CUATRO MITOS DE LA GUERRA DEL PACÍFICO

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La muerte de Francisco Bolognesi 
Existe la versión de que Francisco Bolognesi y unos pocos sobrevivientes, cuando casi concluía la batalla de Arica, el 7 de junio de 1880, se rindieron en el morro alzando una bandera blanca, considerando que habían dado todo por la defensa de la patria.


Sin embargo, el corresponsal del diario chileno El Mercurio publicó, dos días después de la batalla, lo siguiente: 
“Solo More y Bolognesi continuaron haciendo fuego con su revólver hasta que un soldado tendió muerto instantáneamente a este de un balazo que le atravesó el cráneo”. 
Este testimonio, similar al de Roque Sáenz Peña, demostraría que Bolognesi murió combatiendo. 

Bolivia nos abandonó 
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Es verdad que tras la derrota aliada en Tacna, el 26 de mayo de 1880, los restos del ejército boliviano volvieron a su país y no entraron más en combate.
Lo que no se contempla es que dicha batalla prácticamente acabó con dicho ejército.
Desde entonces, Narciso Campero —presidente de Bolivia— se trasladó a Oruro para formar uno nuevo. Mientras tanto, Bolivia continuó apoyando al Perú con armas y recursos económicos.
Es más, durante 1882-1883, el canciller chileno Luis Aldunate escribió a su homólogo boliviano Antonio Quijarro hasta en cinco oportunidades para ofrecerle Tacna y Arica a cambio de pasarse al bando chileno.
Bolivia rechazó siempre estas ofertas y mantuvo su alianza con el Perú.

La muerte de Alfonso Ugarte 
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Alfonso Ugarte se encontraba entre el grupo de oficiales que resistieron sin tregua en el morro de Arica hasta el final de la batalla.
Su salto a la muerte en el morro, montado sobre su caballo blanco y blandiendo el pabellón nacional, es, en términos narrativos, muy propio del romanticismo literario que ha influido notablemente en los relatos épico-históricos de las naciones.
Alfonso Ugarte sí murió en el morro y parte de sus restos fueron recuperados al pie del mismo y sepultados en el cementerio de Arica.
Según el historiador Rubén Vargas Ugarte, en 1890, se exhumaron sus restos para ser repatriados.
Estos cuentan además con la partida de defunción firmada por el vicario de Arica José Diego Chávez, y hoy descansan en la Cripta de los Héroes del cementerio Presbítero Maestro, junto con los de Grau, Bolognesi y Cáceres. 

Arequipa se rindió sin disparar una bala 

El 28 de octubre de 1883, el ejército chileno ingresó a Arequipa sin encontrar resistencia, pero las razones de esta situación son complejas.
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Ahí se instaló la sede del gobierno peruano de Lizardo Montero, quien, ante la cercanía de las fuerzas chilenas, acordó con Narciso Campero retirar las fuerzas nacionales hasta Puno, para allí sumarse a las bolivianas y continuar la resistencia.
Montero cometió el error de refrendar en el pueblo la retirada del ejército de Arequipa a Puno.
Esto motivó un levantamiento de la ciudadanía que mayoritariamente se inclinaba por dar batalla.
En la algarada se dispersó el ejército, Montero logró escapar de la turba por una torrentera, y el alcalde Diego Butrón fue asesinado por apoyar el plan de retirada. 
Tras estos eventos, con la ciudad acéfala y desarmada, se produjo la ocupación ‘pacífica’ de Arequipa. 

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